junio 19, 2025
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Cambio climático ha alterado los sistemas alimentarios de América Latina, según ONU

RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO (CNN EN ESPAÑOL).- Según un reciente informe de las Naciones Unidas, el cambio climático ha agravado la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe durante 2023, impulsando una crisis alimentaria debido a los fenómenos meteorológicos extremos.

El informe, elaborado por diversas agencias de la ONU, entre ellas el Programa Mundial de Alimentos (WFP), destaca cómo las sequías, las lluvias extremas y el fenómeno de El Niño han aumentado los precios de los alimentos básicos en varios países de la región, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de los más vulnerables.

Los países de la región han visto aumentos en los precios de los productos agrícolas básicos. En Argentina, México, Nicaragua y República Dominicana, el calor extremo y la sequía, intensificados por El Niño, provocaron un aumento del precio del maíz, un alimento fundamental para muchas familias.

Por otro lado, en Ecuador, las fuertes lluvias incrementaron entre el 32 % y el 54 % los precios mayoristas de varios productos básicos. Estos incrementos están afectando particularmente a las poblaciones más pobres y rurales, que ya enfrentan serias dificultades económicas debido al aumento de la inflación y la escasez de recursos.

El informe también destaca un tema preocupante: el alto costo de una dieta saludable en América Latina, que según las Naciones Unidas, es el más alto del mundo.

Este costo ha llevado a un aumento tanto de la obesidad infantil como adulta, con un creciente consumo de alimentos ultraprocesados debido a su bajo costo, pero con escaso valor nutricional.

La falta de acceso a alimentos frescos y nutritivos ha aumentado la prevalencia de enfermedades relacionadas con la mala alimentación, lo que representa un desafío para la salud pública.

Aunque las redes de seguridad social han logrado reducir de manera significativa la desnutrición en varias partes de la región, las zonas rurales siguen siendo las más afectadas por la inseguridad alimentaria.

El informe cita un estudio de 2020 que revela que el 36 % de las 439 pequeñas explotaciones agrícolas en Honduras y Guatemala experimentaron inseguridad alimentaria episódica debido a fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones.

Según Ivy Blackmore, investigadora de la Universidad de Missouri, las comunidades rurales carecen de recursos suficientes para hacer frente a una mala cosecha, lo que las obliga a vender sus productos para comprar alimentos más baratos y menos nutritivos.

Una posible solución a este problema, según el informe, podría ser el resurgimiento de los alimentos tradicionales que han sido cultivados por generaciones en la región. Cereales andinos como la quinoa y tubérculos como la mashua y el melloco son opciones nutritivas y más resistentes a las sequías y otros fenómenos climáticos extremos.

Lola Castro, directora regional del WFP para América Latina y el Caribe, afirmó que estos cultivos “son muy resistentes a la sequía” y están siendo promovidos en colaboración con pequeños agricultores en áreas rurales. La revalorización de estos cultivos no solo podría mejorar la seguridad alimentaria, sino también aumentar la resiliencia frente a los efectos del cambio climático.

El informe también señala la importancia de los sistemas agrícolas tradicionales en regiones como los Andes. Según Carlos Andrés Gallego-Riofrío, profesor de la Universidad de Vermont, la agricultura en terrazas de los Andes es sorprendentemente resistente, ya que conserva la humedad y la fertilidad del suelo, lo que permite a las comunidades mantener su producción agrícola a pesar de las adversas condiciones climáticas.

Este tipo de agricultura, que ha perdurado durante siglos, podría servir como modelo para otras comunidades rurales de la región, mejorando tanto la salud humana como el ecosistema.

A pesar de estos esfuerzos, el informe de la ONU resalta que las crisis alimentarias son cada vez más extremas, lo que hace urgente una respuesta global y regional para proteger a las poblaciones vulnerables.

La creciente inseguridad alimentaria y desnutrición son señales de que se necesita una acción concertada para adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos.

En conclusión, el informe de la ONU subraya la necesidad de un enfoque integral que combine políticas públicas, tecnologías agrícolas sostenibles y educación nutricional para garantizar un futuro más seguro y saludable para las generaciones venideras en América Latina y el Caribe, mientras se combate el cambio climático y sus efectos devastadores sobre la seguridad alimentaria.

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