RDÉ DIGITAL, ESTADOS UNIDOOS (EFE).- La política arancelaria del presidente Donald Trump, que impone un 10 % de gravamen global a las importaciones (con aumentos del 34 % para China y del 20 % para la Unión Europea), comenzó a generar fisuras dentro de su propio partido, sumándose a las críticas ya expresadas por analistas económicos, el Partido Demócrata y diversos sectores empresariales.
Voces prominentes del Partido Republicano, incluidas algunas tradicionalmente alineadas con el proyecto político del mandatario, han manifestado preocupación por las consecuencias de la medida en la economía nacional y en el bolsillo de los consumidores estadounidenses.
El senador Rand Paul, de Kentucky, calificó la estrategia como inconstitucional y advirtió, a través de una columna publicada en Fox News, que los aranceles “son impuestos que penalizan a las familias estadounidenses, no a gobiernos extranjeros”. En la misma línea, el senador Ted Cruz expresó a Fox News su esperanza de que estas medidas “no duren mucho” y que sean parte de una estrategia de negociación, al tiempo que reconoció su efecto como “un impuesto al consumidor”.
Desde Carolina del Norte, el senador Ron Thilis también se pronunció en contra de la medida, al igual que el veterano Mitch McConnell, quien la calificó de “mala política que hiere en especial a las personas trabajadoras”.
El descontento se ha manifestado además en acciones concretas. Tras el anuncio arancelario de Trump, el Senado aprobó una resolución para congelar gravámenes previamente aplicados a Canadá. Cuatro senadores republicanos, entre ellos McConnell, Paul, Susan Collins y Lisa Murkowski, respaldaron la medida junto a sus colegas demócratas.
En tanto, el senador Ron Johnson, de Wisconsin, mostró un cauto escepticismo al afirmar: “No comparto la creencia del presidente de que esto es lo que se debe hacer, pero él es el presidente, no yo”.
Analistas financieros y agencias como JPMorgan y Fitch Ratings han advertido que esta política podría provocar aumentos de precios generalizados y generar condiciones que deriven en una posible recesión económica.
A medida que se acercan las elecciones de medio término, estas divisiones internas podrían poner a prueba la cohesión del Partido Republicano y su respaldo al presidente en temas clave de política económica.