RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Por más de cinco décadas, la discoteca Jet Set fue el corazón vibrante de la música tropical. Su pista de baile, ubicada en la avenida Independencia, fue escenario de presentaciones inolvidables de orquestas de merengue, bachata, salsa y, en años recientes, de artistas urbanos. Ser parte de su cartelera era casi un rito de paso para consagrarse en la escena musical dominicana.
Todo comenzó en 1973, cuando Grecia López fundó el establecimiento junto a dos socios. Desde sus inicios como restaurante-discoteca, y luego bajo la dirección de su hijo, Antonio Espaillat, Jet Set evolucionó hasta convertirse en una institución cultural. Fue un negocio familiar cuidadosamente administrado, con tecnología de punta, un ambiente seguro y una reputación impecable, lo que le valió reconocimientos oficiales como el otorgado por el Ministerio de Cultura.
Sin embargo, la madrugada del martes 8 de abril, este símbolo de la vida nocturna dominicana se convirtió en escenario de una tragedia nacional. A las 12:44 a. m., mientras el legendario merenguero Rubby Pérez ofrecía un espectáculo en vivo, parte del techo de la discoteca colapsó repentinamente sobre una multitud. El desplome dejó hasta el momento 14 personas fallecidas y más de 90 heridas, entre ellas el propio Rubby Pérez, según confirmó su mánager, Fernando Soto.
El caos fue inmediato. Gritos de auxilio, cuerpos atrapados entre los escombros, y una movilización urgente de los equipos de emergencia marcaron la escena. En total, más de 400 socorristas, entre ellos 77 ambulancias, 8 unidades del Cuerpo de Bomberos, 200 policías y 50 rescatistas militares, se desplazaron para asistir a los afectados. El director del COE, general Juan Manuel Méndez, aseguró que “nadie se retirará mientras quede un dominicano bajo los escombros”.
Lo cierto es que Jet Set ya había sido advertida por el destino. En 2023, un incendio afectó su planta eléctrica luego de que un rayo impactara el equipo durante una tormenta. Según informó entonces la administración del local, el fuego fue controlado sin heridos ni daños estructurales.
Sin embargo, el Departamento Técnico del Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional inició una investigación para esclarecer los detalles del siniestro. Hoy, tras este nuevo y trágico evento, las miradas vuelven a dirigirse hacia la seguridad estructural del recinto.
Las causas del colapso aún están bajo investigación, pero lo ocurrido ha dejado una profunda herida en la memoria colectiva del país. Jet Set no era solo una discoteca; era una institución cultural, un santuario para los ritmos que definen la identidad dominicana.
Mientras las autoridades siguen removiendo escombros y atendiendo a las víctimas, miles recuerdan con nostalgia las noches inolvidables vividas bajo esas luces ahora apagadas. Jet Set, el templo de la música tropical dominicana, se ha venido abajo (literal y simbólicamente) dejando un vacío difícil de llenar.