Por Jeimy Moquete
RDÉ DIGITAL, WASHINGTON.- A casi una década de haber sido ridiculizado por Donald Trump como “Little Marco” durante las primarias republicanas de 2016, Marco Rubio ha emergido como una figura central en la política exterior de la administración actual.
Como secretario de Estado, Rubio se ha convertido en el principal ejecutor de la agenda internacional del expresidente y actual mandatario, acumulando un poder que recuerda al de Henry Kissinger durante la Guerra Fría.
Rubio, de 54 años e hijo de inmigrantes cubanos, ha dejado atrás su perfil de legislador tradicional para asumir una posición de creciente influencia en el entorno más cerrado de Trump.
En menos de un año ha sumado a su cargo la dirección de la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid), funciones de supervisión sobre la cooperación de seguridad y desarrollo con países aliados, y una coordinación directa con el Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en inglés).
Esta acumulación de funciones no tiene precedentes recientes.
Enfoque de la política exterior
La política exterior de Rubio se ha caracterizado por un endurecimiento del discurso y una orientación decididamente ideológica.
Su retórica se alinea cada vez más con los sectores nacionalistas y neoconservadores del Partido Republicano, con énfasis en el combate a China, el respaldo irrestricto a Israel y el rechazo a las organizaciones multilaterales que, según su visión, “socavan la soberanía estadounidense”.
Su equipo más cercano —incluidos perfiles como Stephen Miller y Susie Wiles— refleja una simbiosis entre el trumpismo original y el nuevo aparato diplomático.
Uno de los momentos simbólicos que confirma su posición ocurrió el 22 de marzo, cuando Rubio subió al Air Force One acompañado de Elon Musk, en una escena que proyectó poder y afinidad entre el sector tecnológico y la nueva diplomacia conservadora.
En paralelo, ha profundizado su relación con círculos ultraconservadores y figuras influyentes del ecosistema mediático de derecha como Tucker Carlson y el medio The Federalist.
Iniciativas polémicas
Rubio también ha respaldado iniciativas polémicas, como la designación de fondos de cooperación exterior condicionados a posturas alineadas con los intereses de seguridad de EE. UU., y ha sido acusado por críticos de abandonar su anterior tono más moderado y reformista en materia migratoria.
De hecho, ha sido uno de los arquitectos de la política de deportaciones masivas promovida por la nueva administración.
Con una agenda cargada y un estilo más frontal que diplomático, Rubio se perfila no solo como la voz internacional de Trump, sino también como un potencial sucesor político dentro del movimiento que domina hoy el Partido Republicano.
En un momento de tensiones geopolíticas crecientes, su influencia podría marcar una nueva etapa de confrontación y unilateralismo en la política exterior estadounidense.