RDÉ DIGITAL, LOS ÁNGELES.– La temporada 2025 de la NBA ha roto esquemas y entrado en los libros de historia con un hito sin precedentes: por primera vez desde la década de 1970, la liga tendrá siete campeones distintos en siete años consecutivos. Con la eliminación de pesos pesados como los Boston Celtics, Denver Nuggets y Golden State Warriors, el título de este año recaerá en una franquicia que no ha conquistado recientemente el campeonato.
New York Knicks, Indiana Pacers, Minnesota Timberwolves y Oklahoma City Thunder son los cuatro equipos que se disputan el anillo en esta nueva fase del torneo. Cada uno representa un modelo de reconstrucción exitoso, basado en juventud, talento y dirección técnica renovada.
Karl-Anthony Towns: motor de los Knicks
El pívot dominicano Karl-Anthony Towns ha emergido como una de las grandes figuras de esta temporada. Desde su llegada a los New York Knicks en octubre de 2024, se ha convertido en una pieza clave en el esquema neoyorquino. En los playoffs, ha promediado 19.8 puntos y 11.3 rebotes por encuentro.
Su actuación más memorable llegó en el Juego 6 frente a los Celtics, donde sumó 21 puntos y 12 rebotes, liderando la clasificación de los Knicks a la final de la Conferencia Este, algo que el equipo no lograba desde el año 2000.
“Este equipo es simplemente especial”, declaró Towns tras la victoria, visiblemente emocionado por el avance de una franquicia histórica que lleva más de cinco décadas sin alzar el trofeo Larry O’Brien.
Juventud al poder: nuevas figuras emergen.
El fenómeno de la temporada también se refleja en los otros tres finalistas. Los Indiana Pacers, liderados por Tyrese Haliburton y el veterano Pascal Siakam, dejaron fuera a los Cleveland Cavaliers y demuestran un juego sólido y colectivo.
En la Conferencia Oeste, los Minnesota Timberwolves se apoyan en el talento explosivo de Anthony Edwards, mientras que los Oklahoma City Thunder avanzaron con autoridad tras aplastar 125-93 a los Nuggets en el Juego 7, con Shai Gilgeous-Alexander como su máxima estrella.
La diversidad de estilos, jugadores y filosofías de juego ha dado como resultado una temporada impredecible y vibrante, donde las antiguas dinastías han cedido el paso a una competencia abierta y equilibrada.