La creciente preocupación de Estados Unidos por el desarrollo de la industria china de semiconductores ha eclipsado otra amenaza que podría tener implicaciones aún más significativas para el empleo y la seguridad económica y nacional en EE.UU.
Un comunicado de China Eastern Airlines Corp. de la semana pasada pone de manifiesto una tendencia abrumadora en la segunda economía más grande del mundo. Commercial Aircraft Corp of China Ltd. (Comac) recibió pedidos de 100 de sus reactores C919 apenas unos meses después de su primer vuelo comercial. Ambas compañías son estatales, y aunque el precio de catálogo es de 9.900 millones de dólares, se espera que el acuerdo real sea mucho menor tras un fuerte descuento. El C919 es comparable a la serie 737 de Boeing Co. o el A320Neo de Airbus SE.
Comac ha avanzado notablemente desde su creación en 2008 como empresa conjunta de otras compañías estatales. Su primer avance fue el ARJ21, un reactor regional de tamaño medio. Sin embargo, es el C919 el que está generando interés. El último pedido de China Eastern, la segunda aerolínea más grande del país, eleva el total de pedidos a alrededor de 1,000.
En un mercado duopolístico dominado por fabricantes de aviones de todo el mundo, el éxito de China en la obtención de pedidos, incluso de clientes nacionales, no es gratuito. Cada avión suministrado por Comac representa un pedido perdido para Airbus o Boeing, generando un impacto significativo, especialmente en EE.UU.
Durante las últimas tres décadas, las ventas de aviones, incluyendo piezas y equipos relacionados, fueron el componente principal de las exportaciones de EE.UU. a China. Sin embargo, esta proporción ha disminuido drásticamente en los últimos años, y la industria aeroespacial estadounidense está sintiendo las consecuencias. Aunque la pandemia del Covid-19 contribuyó a esta disminución, el avance sostenido de Comac en el mercado también ha sido un factor clave.
Existe una preocupación creciente sobre la adquisición de tecnología aeroespacial por parte de China, y se han reportado casos de espionaje y robo de tecnología. Esto plantea un riesgo tanto para la seguridad nacional como para la economía de EE.UU., ya que la industria aeroespacial en el país emplea a más de medio millón de personas.
J. Smith, experto en geopolítica económica, destacó: “Esta tendencia evidencia una transformación en la balanza económica global. La industria aeroespacial es un pilar crucial para la economía de EE.UU., y los movimientos de China en este sector plantean desafíos estratégicos y económicos significativos”.
Para mantener su ventaja y evitar la fuga de tecnología relacionada con la defensa, los gobiernos deben implementar políticas que restrinjan el acceso extranjero a la tecnología aeroespacial y establezcan regulaciones más estrictas para las empresas conjuntas y las licencias. La obsesión por proteger el sector de los semiconductores es importante, pero no debe eclipsar la necesidad de proteger otras industrias clave.