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octubre 18, 2024
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Violencia en Haití aniquila economía del país fronterizo

RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La ola de violencia que actualmente asola a Haití está teniendo enormes repercusiones en la economía del país y, frente a esta situación, los expertos advierten que los desafíos se están incrementando, a pesar de que 2024 había comenzado con señales de una leve mejora con respecto al año anterior.

Según el Instituto Haitiano de Estadística e Informática (IHSI, por sus siglas en francés), aunque las reservas internacionales mostraban cierta mejoría, partiendo de una base baja, las recaudaciones aduaneras habían aumentado casi un 50 %, el tipo de cambio se mantenía relativamente estable y la inflación interanual se situaba en un 20.9 % en enero pasado, frente al casi 50 % en el mismo mes de 2023.

Pero la escalada de violencia ha hecho retroceder esas cifras y, según la opinión de la gran mayoría de los expertos, que ya anticipaban un panorama sombrío para la economía local (quinto año consecutivo de crecimiento negativo, aumento de la inflación y de los tipos de cambio, así como del costo de la vida), los desafíos económicos se están multiplicando.

Haití, siendo el país más pobre de América, enfrenta numerosas dificultades para atraer inversiones y generar confianza. Este contexto se ve agravado por la larga duración de la crisis nacional: el valor del dólar se ha triplicado en la última década, la economía depende en gran medida del dólar estadounidense con consecuencias como ciclos de deflación e inflación, y el poder adquisitivo de la población es extremadamente bajo.

Además, la estructura económica del país se basa en una mano de obra barata, y las remesas de la diáspora haitiana constituyen la principal fuente de ingresos del Producto Interno Bruto (PIB), con la exportación de productos textiles en segundo lugar.

Haití también ha enfrentado desafíos como el pago de la llamada «deuda de la independencia», así como la compensación a los franceses que, según el periódico ‘The New York Times’, asciende actualmente a entre 21,000 y 115,000 millones de dólares, considerando el potencial de inversión de estos recursos, junto con la ocupación estadounidense en 1915, que resultó en la pérdida de activos públicos y privados.

Un clima de paz, estabilidad política y seguridad es fundamental para el progreso económico de un país, pero en Haití ocurre exactamente lo contrario, una situación que se ha agravado aún más desde el comienzo de la escalada de la violencia a finales de febrero.

En la actualidad, la inseguridad alcanza niveles sin precedentes: más del 80 % de Puerto Príncipe está bajo el dominio de bandas armadas, incluidos puertos y aeropuertos, y más de 600,000 armas circulan por el país.

Además de la violencia, otro factor que, según los expertos, influye en la economía, especialmente en la inflación, es la migración y los desplazamientos internos: solo en quince días de marzo, unas 53,000 personas abandonaron el área metropolitana de Puerto Príncipe, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones.

Todo esto tiene un impacto en la economía de un país que históricamente ha tenido muy poca industrialización y una producción agrícola muy por debajo de su potencial, con escasa diversificación de productos locales y la existencia de grupos que se benefician de las importaciones y la reventa, y que han dominado y monopolizado los puertos y aduanas durante mucho tiempo, junto con un sector de servicios actualmente muy reducido.

Durante casi todo el mes de marzo, la actividad en la capital estuvo prácticamente paralizada. En momentos de alta inseguridad como el actual, pocos sectores se salvan y, por ejemplo, grandes empresas importadoras fueron saqueadas, lo que también afecta a los exportadores, principalmente dominicanos.

Durante este tiempo, Haití no ha podido importar a través de sus principales puertos y aeropuertos debido a la violencia de las bandas, que también controlan varias rutas de acceso a la capital.

Además, Haití no ha sido autosuficiente en alimentos, lo cual se ve agravado por el bloqueo completo del departamento de Artibonite, donde se concentra en gran medida la producción agrícola.

En cuanto a la industria, el principal parque industrial del país, Sonapi, permanece cerrado debido a la inseguridad en sus alrededores.

Los únicos sectores que parecen haber experimentado un crecimiento significativo son aquellos relacionados con actividades ilícitas, como las propias pandillas, el negocio del secuestro, la extorsión y la intermediación (de comerciantes y transportes, con la imposición de una especie de peajes), así como la importación ilegal de armas.

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