RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Después de 92 años de actividad continua, el icónico establecimiento “La Cafetera” ha cerrado sus puertas, marcando el fin de una era en la calle El Conde, una de las vías más emblemáticas de la Ciudad Colonial en el Distrito Nacional.
Historia y significado cultural
Fundada en 1932 por el inmigrante español Benito Paliza Torre, “La Cafetera” fue pionera en la torrefacción de café en el país y se convirtió rápidamente en un importante punto de encuentro para la cultura y la intelectualidad.
Torre, motivado por la tradición europea de cafés como espacios de encuentro cultural, abrió el establecimiento con el propósito de fomentar tertulias artísticas y literarias.
“La Cafetera” no solo ofrecía café de alta calidad, sino que también se convirtió en un lugar vibrante para discusiones filosóficas y artísticas, atrayendo a numerosas personalidades influyentes de la época.
Entre los ilustres visitantes se encontraban José Cestero, Pedro René Contín Aybar, Guillo Pérez, Eligio Pichardo, Virgilio García, Paul Giudicelli, Radhamés Mejía, Jaime Colson, Julio Susana, Silvano Lora, Marcio Veloz Maggiolo, Aida Cartagena Portalatín, René Del Risco Bermúdez, Enriquillo Sánchez y Jeannette Miller, quienes frecuentaban el lugar para compartir ideas y debatir sobre temas culturales y literarios.
La cafetería también fue un refugio para artistas y pensadores que llegaron al país huyendo de las guerras y dictaduras en Europa durante la década de 1930 y 1940.
Decadencia y cierre
A lo largo de los últimos años, “La Cafetera” ha enfrentado una serie de desafíos que finalmente llevaron a su cierre. El establecimiento se suma a la creciente lista de negocios que han cesado operaciones en la calle El Conde, que actualmente cuenta con más de 20 locales cerrados.
Esta tendencia refleja una notable decadencia en el área, que alguna vez fue un bullicioso centro de actividad urbana y cultural.
En abril de 2013, la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) ordenó el cierre provisional de “La Cafetera” debido a problemas fiscales, junto con otros negocios que también presentaban irregularidades.
Aunque el negocio había logrado reabrir en varias ocasiones, las dificultades financieras y una gestión inadecuada, exacerbada por la distancia de los herederos que residen en el extranjero, contribuyeron a su cierre definitivo.
Yiyo Robles, un artista que solía frecuentar el lugar, comentó a El Nacional que el establecimiento había perdido su carácter cultural en los últimos tiempos y que su cierre se debió a una falta de manejo adecuado. Los herederos del negocio, que residen fuera del país, no pudieron mantener la operación de manera efectiva.
