RDE DIGITAL, NUEVA YORK (EFE).-El Banco Mundial (BM), declaró este miércoles en su nuevo informe anual sobre la situación fiscal de los países en desarrollo, que la deuda de los países más pobres es cada vez más insostenible, una situación agravada por los altos tipos de interés y que aboca a muchas economías pequeñas al desastre.
Asimismo, el organismo detalló que en 2022 estas economías dedicaron 443.500 millones de dólares a pagar su deuda externa (la que han adquirido con entidades extranjeras), lo que les obligó a reducir su gasto en sectores clave como la sanidad o la educación.
La entidad agregó que son cifras récord y que la situación es todavía más desesperada en los países más pobres, que tienen acceso a una serie de recursos especiales del Banco Mundial, como Pakistán, Tanzania o Etiopía. Estos gastaron 88.900 millones de dólares en pagar su deuda, de los que más de 23.000 millones fueron intereses.
En el África subsahariana, la situación se puede catalogar ya como “década perdida”, explica a EFE en una entrevista el economista jefe del Banco Mundial, Indermit Gill.
El concepto se suele aplicar a los países latinoamericanos en la década de los ochenta, cuando un ciclo de subidas de tipos de la Reserva Federal estadounidense llevó a muchos a la bancarrota, y la renta per cápita de los ciudadanos de la región se estancó.
Algo similar sucede ahora en el África subsahariana, donde los ingresos del ciudadano medio no han crecido durante los últimos diez años. “La cuestión es qué sucederá en la próxima década”, se pregunta Gill.
El camino para evitar el desastre no es fácil, y en el caso de los países pobres -pero también de rentas medias como Argentina, Brasil o México- pasa por adoptar una política fiscal mucho más conservadora, donde la relación entre la deuda y el Producto Interior Bruto (PIB) no sobrepase el 50 %.
Gill admite que la idea puede parecer algo idealista, pero insiste en que contar con espacio fiscal para hacer frente a los impactos que vendrán en el futuro es clave para que estas economías no queden atrapadas en un ciclo insostenible.
El economista defiende que muchos de estos países deberían centrarse más en la adaptación al cambio climático que en la reducción de emisiones, ya que, por un lado, contribuyen mucho menos al calentamiento global que los países ricos y, por otro, sus infraestructuras están mucho menos preparadas para hacer frente a los desastres, y esto eso requiere inversiones.