RDÉ DIGITAL, HAITÍ (EFE).- A tres años del inicio de la construcción del muro fronterizo entre República Dominicana y Haití, la estructura avanza en Pedernales, donde cientos de haitianos cruzan a diario para trabajar y comerciar. Pese al refuerzo militar y las medidas migratorias, la actividad en la zona se mantiene, impulsada en parte por el auge de la construcción hotelera en la provincia sureña.
La verja, que se extiende a lo largo de casi 400 kilómetros de frontera, busca reforzar la seguridad ante la crisis política y social que atraviesa Haití. Además del muro, en la provincia se han intensificado las patrullas y el control militar en el paso fronterizo con Anse-a-Pitre. Sin embargo, la migración laboral persiste, con trabajadores haitianos empleados en diversas actividades.
Uno de ellos es Wilson, de 35 años, quien cruza a diario para ofrecer servicios de mototaxi, asegurando que en República Dominicana puede ganar hasta 1,000 pesos al día, un ingreso inalcanzable en su país. De igual forma, Juan Mario, guía haitiano de 65 años, señala que Anse-a-Pitre es un lugar tranquilo en comparación con otras zonas de Haití, pero carece de oportunidades económicas.
“Para mí, República Dominicana está haciendo un trabajo normal, solo está protegiendo su territorio. Si dejan a los haitianos entrar sin control, a ellos mismos les van a faltar muchas cosas”, opinó Juan Mario.
El presidente Luis Abinader informó que el gobierno ha destinado 1,944 millones de pesos a la construcción del muro, el cual se suma a otras medidas para controlar la migración irregular. Desde octubre pasado, la Dirección General de Migración (DGM) ha deportado más de 151,000 haitianos, con cerca de 13,000 repatriaciones solo en los primeros 15 días de marzo.
Las deportaciones continúan a pesar de los llamados de organismos internacionales a detener las devoluciones a Haití, donde la violencia ha causado más de 5,600 muertes en lo que va de 2024.
En Pedernales, la vida transcurre entre la construcción del muro, la actividad comercial y los controles migratorios. Escolares dominicanos caminan junto a la verja, mientras militares patrullan la frontera y se realizan operativos en busca de migrantes en situación irregular.
Aun así, el flujo de personas y el comercio en la zona demuestran que, pese a las restricciones, la relación entre ambos países sigue vigente.
