RDÉ DIGITAL, ESTADOS UNIDOS.- En el marco de la Semana Santa, la comunidad dominicana en Pensilvania ha encontrado en la fe y la cultura un espacio de conexión y reflexión lejos de su tierra natal.
Reunidos en torno a actividades religiosas y costumbres tradicionales, los dominicanos residentes en esta región del noreste de Estados Unidos mantienen vivas sus raíces mientras comparten un profundo sentido de comunidad.
La Casa Dominicana de Pensilvania, ubicada en Hazleton y con más de dos décadas de servicio comunitario, es el principal punto de encuentro durante esta época litúrgica.
Según explicó su presidente, Víctor Pérez Balbuena, la institución ofrece un ambiente propicio para la introspección espiritual y la convivencia familiar, en línea con las costumbres de la Semana Mayor en República Dominicana.
“Este es un tiempo de recogimiento, no de diversión”, afirmó Pérez Balbuena.
Las actividades organizadas incluyen lecturas bíblicas, cine comunitario, tertulias familiares y momentos de oración, así como expresiones culturales como el karaoke con himnos cristianos y la preparación de platos típicos, entre ellos las habichuelas con dulce y el tradicional pescado con fritos verdes.
Además del componente espiritual y cultural, la comunidad ha dedicado espacios a la solidaridad y al duelo colectivo.
En particular, los dominicanos en Pensilvania han expresado su pesar por la reciente tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set, en Santo Domingo, donde más de 230 personas fallecieron tras el colapso del techo.
“Nos unimos al dolor de la nación”, expresó Pérez Balbuena, quien llamó a mantener la calma y elevar oraciones en memoria de las víctimas.
Durante todo el año, la Casa Dominicana promueve iniciativas sociales, culturales y religiosas con el objetivo de fortalecer la identidad de la diáspora dominicana.
En Semana Santa, este compromiso se renueva a través de actividades que fomentan la unidad, la espiritualidad y el sentido de pertenencia.
“Todos los dominicanos somos hijos de Dios”, concluyó Pérez Balbuena, reafirmando el valor de la fe y la comunidad en tiempos de distancia y desafío.
Fuente: El Día