RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Cada 21 de junio, fecha del solsticio de verano en el hemisferio norte, se conmemora el Día Internacional del Sol, una jornada que resalta la importancia de esta estrella para los procesos naturales y tecnológicos del planeta.
En 2025, la celebración adquiere especial relevancia al coincidir con el pico de actividad del ciclo solar número 25, que comenzó en 2019 y se extenderá hasta aproximadamente 2030.
Durante esta fase, conocida como máximo solar, aumenta la presencia de manchas y erupciones solares, así como las emisiones de plasma y partículas cargadas que viajan hacia la Tierra.
Estos fenómenos pueden provocar efectos visibles como las auroras boreales y australes, que recientemente se han observado en latitudes inusuales como el sur de América del Sur y el norte de Europa.
Sin embargo, también representan riesgos para los sistemas tecnológicos y las infraestructuras terrestres y espaciales.
Autoridades astronómicas y el sol
Especialistas en astronomía, como Diego Bagú y Claudio Martínez, explican que las tormentas geomagnéticas resultan de la interacción de estas partículas con el campo magnético terrestre, lo que puede afectar satélites, sistemas de navegación, comunicaciones y redes eléctricas, especialmente en zonas de alta latitud.
Por ello, agencias como la NASA y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos mantienen un monitoreo constante para anticipar posibles impactos.
En este contexto, la misión Solar Orbiter, lanzada en 2020 por la Agencia Espacial Europea y la NASA, ha intensificado sus estudios sobre el Sol, explorando regiones poco conocidas como sus polos y analizando el viento solar y el campo magnético.
Asimismo, la NASA cuenta con el instrumento CODEX instalado en la Estación Espacial Internacional, que permite observar la corona solar con detalle y medir la velocidad y temperatura del viento solar, avances que contribuyen a mejorar los pronósticos del clima espacial.
La energía solar es fundamental para la vida en la Tierra, ya que sustenta procesos como la fotosíntesis, regula el clima y da origen a las estaciones.
Compuesta principalmente por hidrógeno y helio, esta estrella tiene un papel gravitacional clave al mantener a los planetas en sus órbitas y representa el 99.8 % de la masa del sistema solar.
La observación y el estudio continuo del Sol son esenciales no solo para la ciencia sino también para proteger infraestructuras tecnológicas vitales y garantizar la seguridad de diversas actividades humanas.
Este Día Internacional del Sol, las autoridades y científicos llaman a reconocer tanto su valor como los desafíos que plantea en su ciclo de máxima actividad.