RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- República Dominicana mantiene uno de los cuerpos diplomáticos más costosos de América Latina en proporción a su tamaño, capacidad económica y nivel de desarrollo. Aunque la representación exterior es parte esencial de la política internacional, el modelo actual (basado en altos salarios, cuantiosas asignaciones y privilegios tributarios) plantea serias interrogantes sobre su sostenibilidad, su eficiencia y su pertinencia para un país con marcadas desigualdades sociales y una deuda pública creciente.
Más de 300 millones sin entrar al fisco por exoneración de vehículos
Uno de los privilegios más llamativos del cuerpo diplomático acreditado en el país es la importación de vehículos sin el pago de impuestos. Amparados en la Ley 97-65, los funcionarios de embajadas, consulados y misiones diplomáticas (incluyendo sus familiares directos) pueden introducir automóviles de lujo sin pagar aranceles, ni impuestos internos, ni ningún tipo de tributo aduanal.
Entre agosto de 2020 y agosto de 2024, el Ministerio de Relaciones Exteriores (MIREX), con el aval del Ministerio de Hacienda, autorizó la importación libre de impuestos de 407 vehículos, utilizados tanto por diplomáticos extranjeros como por sus allegados. Esta operación significó que el Estado dominicano dejara de percibir más de 314 millones de pesos, según estimaciones basadas en una base de datos proporcionada por la Dirección General de Aduanas (DGA).
Los vehículos importados (cuyos valores, marcas y características no fueron limitados por ninguna regulación específica) representaron una inversión privada de alrededor de 703 millones de pesos, pero sin retorno fiscal para el país que los recibió.
Un caso ni excepcional ni aislado. La ley incluso permite que los diplomáticos vendan estos vehículos dos años después y vuelvan a importar otros sin tributos. Además, las propias misiones diplomáticas pueden adquirir vehículos para “uso oficial” sin pagar impuestos, siempre que no los vendan antes de cinco años.
Esta estructura legal convierte al cuerpo diplomático extranjero en uno de los grupos con mayor poder de consumo libre de impuestos en el país, donde el ciudadano común paga hasta un 40 % en cargas impositivas sobre un vehículo.
Sueldos por encima de estándares internacionales
Pero las exoneraciones no son el único punto crítico. El personal diplomático dominicano en el extranjero también representa una carga fiscal exorbitante. Actualmente, el MIREX cuenta con 63 funcionarios con categoría de embajadores, desplegados en distintas regiones del mundo, incluyendo representaciones ante organismos multilaterales como la FAO, la OEA y la ONU.
Para mantener a estos funcionarios, el Estado dominicano destina mensualmente US$878,200, lo que equivale a US$11,416,600 anuales (unos RD$673.6 millones, calculado a una tasa de cambio de RD$59 por dólar).
De este monto, US$4,095,000 corresponden únicamente a salarios base de embajadores. El resto corresponde a “gastos de representación”, una categoría que cubre alojamiento, transporte, alimentación y otros rubros relacionados con la vida y el protocolo diplomático en el país asignado.
Algunos embajadores reciben hasta US$15,000 mensuales en gastos de representación, es decir, US$180,000 al año, sin incluir el salario base de US$5,000. A modo de comparación, un embajador dominicano puede recibir más del doble del salario de un diplomático de carrera en Estados Unidos con maestría, doctorado o amplia experiencia profesional.
Ejemplos de asignaciones destacadas:
Briunny Garabito (China): US$15,000 en representación + US$5,000 de salario
Sonia Guzmán (EE. UU.): US$15,000 + US$5,000
Juan Bolívar Díaz (España): US$15,000 + US$5,000
Robert Takata (Japón): US$14,100 + US$5,000
Elvis Alam (Turquía): US$12,000 + US$5,000
Otros diplomáticos con asignaciones por encima de los US$10,000 mensuales incluyen a los representantes en Uruguay, Alemania, Austria, Corea del Sur, Bélgica, México, Países Bajos, Rusia, Suiza, Emiratos Árabes Unidos, entre otros.
Hasta los mismos congresistas cuestionan este gasto tan impresionando. Tanto así que Adriano Espaillat, afirmó que los salarios y beneficios de los diplomáticos dominicanos son “demasiado elevados para un país en vías de desarrollo”.
La crítica también apunta a la falta de profesionalización y meritocracia en el servicio exterior. Aunque muchos embajadores son personas preparadas, con experiencia y trayectoria, también hay múltiples casos de nombramientos políticos, clientelistas o por compromiso partidario, sin el debido perfil diplomático. En algunos casos, los nombrados no hablan el idioma del país donde son asignados, carecen de estudios en relaciones internacionales o ni siquiera residen tiempo completo en la sede diplomática.
¿Cómo se compara con otros países?
El Departamento de Estado de Estados Unidos establece escalas salariales específicas para su cuerpo diplomático. Un oficial del Servicio Exterior sin experiencia, pero con licenciatura, gana alrededor de US$44,000 al año. Con maestría o seis años de experiencia profesional, el salario puede alcanzar US$60,000. Los altos funcionarios, incluyendo embajadores, pueden llegar a US$183,300 anuales, dependiendo de la categoría del destino.
Esto contrasta con los más de US$200,000 anuales que recibe un embajador dominicano, considerando salario más asignaciones. Todo esto en un país cuya inversión pública en salud, educación e infraestructura es baja en comparación con el promedio regional, y donde una parte significativa de la población vive bajo condiciones de pobreza.
A pesar de que la República Dominicana ha promovido una agenda de reformas institucionales, incluyendo la reforma policial, la fiscal y la judicial, el sistema diplomático y consular sigue operando con privilegios heredados y poco fiscalizados.