RDÉ DIGITAL, NUEVA YORK.– La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) ha anunciado que smartphones, monitores y otros dispositivos electrónicos quedarán exentos de los llamados “aranceles recíprocos” establecidos bajo la política comercial de la Administración Trump. Esta decisión podría atenuar el impacto inflacionario que afectaba tanto a consumidores como a gigantes tecnológicos como Apple.
La exención incluye productos que hayan ingresado a EE.UU. o salido de origen a partir del 5 de abril, e involucra además una veintena de componentes clave como chips semiconductores, pantallas planas, unidades flash (pendrives) y tarjetas de memoria. La medida representa un respiro en medio de la tensión comercial que ha sacudido los mercados desde el 2 de abril, cuando el presidente Donald Trump anunció un arancel base del 10 % a las importaciones y un alza específica del 125 % para productos provenientes de China.
Apple y otros gigantes, los más beneficiados
Empresas como Apple, cuya cadena de producción depende en un 90 % de fábricas en China, podrían ver mitigada la presión financiera. Según Wedbush Securities, también se manufactura en China el 80 % de los iPads y más de la mitad de las Mac que circulan en el mercado. Desde el anuncio inicial de los aranceles, Apple ha perdido más de US$640,000 millones en valor de mercado, mientras que Microsoft la ha superado como la empresa más valiosa del mundo.
“El sector tecnológico estadounidense no tiene otra opción. La cadena de suministro está esencialmente en Asia”, advirtió Dan Ives, jefe de investigación tecnológica de Wedbush, al considerar que la exención elimina “una enorme nube negra sobre el sector”.
China queda fuera del alivio
A pesar del alivio arancelario para ciertos productos y países, China no figura entre los beneficiados. A las sanciones del 125 % impuestas por Trump, se suma un gravamen previo del 20 %, elevando el total al 145 %. Esta política ha desatado represalias proporcionales por parte de Pekín y aviva el temor a una guerra comercial a gran escala.
Mientras tanto, la administración estadounidense ha otorgado una prórroga de 90 días para negociar con otros países, pero mantiene firme su postura con China, marcando un giro estratégico en su política comercial. El impacto sobre los precios de consumo y la estabilidad de las cadenas globales de suministro aún está por verse.