RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La cultura política dominicana ha establecido una tradición: un receso prudente entre una campaña electoral y la siguiente. Este intervalo, que generalmente oscila entre año y medio y dos años, permite a los actores políticos reorganizarse antes de emprender los procesos proselitistas propios de las precandidaturas.
Sin embargo, esta vez el panorama ha cambiado drásticamente. El anuncio del presidente Luis Abinader de no aspirar a una nueva reelección, acompañado de la reforma constitucional que refuerza esta postura, ha acelerado los tiempos políticos. Este hecho ha incentivado a una considerable cantidad de precandidatos a movilizarse con rapidez, buscando posicionarse como los abanderados de sus respectivos partidos para las elecciones presidenciales y otros cargos importantes.
En el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), alrededor de media docena de aspirantes han manifestado públicamente sus intenciones de competir. En este contexto de frenética actividad, destaca la quietud, la calma estratégica y el silencio de uno de los candidatos más relevantes de los últimos tiempos: Gonzalo Castillo.
Gonzalo Castillo fue el candidato presidencial del PLD en las elecciones de 2020, enfrentándose a un escenario político sumamente adverso. En un momento en que una parte significativa de la población dominicana deseaba sacar al PLD del poder, Castillo logró obtener el 38 % de los votos. Este resultado es aún más notable si consideramos que muchos miembros del Comité Político del partido le dieron la espalda durante su campaña, dejándolo prácticamente solo.
Ese 38 % no fue casualidad. Refleja un liderazgo sólido y un voto duro que respalda a Gonzalo Castillo. Si a esto sumamos su destacada gestión como Ministro de Obras Públicas —considerada por muchos como la mejor de los últimos 20 años—, queda claro que cuenta con un nicho de apoyo significativo. Este respaldo no solo proviene de las filas del PLD, sino también de diversos sectores sociales que no necesariamente están alineados políticamente.
La Constitución de la República es clara: los derechos fundamentales son inalienables y solo pueden ser limitados por una sentencia firme e irrevocable. Gonzalo Castillo no ha sido condenado por ningún tribunal, lo que garantiza que sus derechos civiles y políticos permanecen intactos.
Por otro lado, encuestas realizadas en el ámbito privado por sectores empresariales colocan a Gonzalo Castillo con un 30 % de posicionamiento, superando con creces a otros aspirantes dentro del PLD. Más aún, algunos de los precandidatos que actualmente están activos han expresado su disposición a retirar sus aspiraciones si Castillo decide postularse nuevamente.
En este contexto, el silencio de Gonzalo no es simplemente una ausencia de palabras, sino un eco que resuena con fuerza. Su aparente inactividad genera expectativas, especulaciones y, sobre todo, un ruido ensordecedor que podría redefinir el panorama político dominicano.
El silencio, en ocasiones, habla más alto que cualquier discurso. Gonzalo Castillo parece entenderlo perfectamente.