RDÉ DIGITAL, ECUADOR.– España asumió este viernes el desafío de reorganizar la Cumbre Iberoamericana, luego de la cita celebrada en Cuenca (Ecuador), marcada por un récord histórico de ausencias y la imposibilidad de alcanzar un consenso para adoptar una declaración final. Las tensiones entre Argentina y Cuba, que se enfrentaron en un intercambio de acusaciones durante la sesión plenaria, impidieron que se aprobara un documento común que reflejara las posturas de todos los países participantes.
El rey Felipe VI de España recibió el testigo para organizar en 2026 la XXX Cumbre Iberoamericana, sucediendo la de Cuenca, que concluyó con tres sillas vacías: las de México, Nicaragua y Venezuela, países que este año rompieron relaciones con Ecuador. Este hecho, junto con la presencia única del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, rompió otro récord, ya que fue el único presidente latinoamericano en asistir al evento.
Además del monarca español, Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de Portugal, y Xavier Espot, jefe de Gobierno de Andorra, fueron los únicos jefes de Estado o de Gobierno presentes. La mayoría de los países enviaron representantes de segundo nivel o incluso de rangos inferiores, lo que diluyó el impacto de la cumbre que inicialmente tenía como ejes centrales la innovación, inclusión y sostenibilidad, temas relacionados con el empleo y la integración en educación.
Tensión entre Argentina y Cuba
El evento estuvo marcado por la negativa de Argentina, bajo el liderazgo del presidente ultraderechista Javier Milei, a respaldar el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030. En particular, Argentina se opuso a los compromisos sobre igualdad de género y lucha contra el cambio climático. Además, la delegación argentina exigió la eliminación de la condena al embargo de Estados Unidos a Cuba, una postura que provocó el rechazo del representante cubano, Rodolfo Benítez.
En un tono tajante, Benítez acusó a Argentina de intentar “reventar” la cumbre con discursos de odio, pero aseguró que su intento fracasó, ya que la mayoría de los países firmaron una declaración especial que excluía a Argentina. En su intervención, subrayó que la cumbre no podía convertirse en rehén de posturas aislacionistas que, según él, amenazan la relevancia de este foro.
Por su parte, el delegado argentino, Eduardo Acevedo, defendió la postura de su gobierno, cuestionando el “silencio” de la cumbre sobre los derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua, y señaló que la prioridad de la región debe ser la democracia, seguridad, paz y libertad.
La Declaración Final: Un Documento Incompleto
El borrador de la declaración, adoptado por 18 países, incluye una condena al embargo contra Cuba y un compromiso con la igualdad de género, pilar fundamental para la construcción de sociedades más justas e inclusivas. Además, resalta la necesidad de incrementar el uso de energías renovables y avanzar en mitigación, adaptación y resiliencia frente al cambio climático.
Sin embargo, la falta de consenso dejó fuera varios de los temas clave que se habían propuesto, lo que desdibujó el impacto de la cumbre en términos de resultados concretos.
Resultados Oficiales
A pesar de las divisiones, uno de los logros más significativos fue la adopción de un Plan de Acción por parte de los ministros de Relaciones Exteriores de Iberoamérica. Este plan tiene como objetivo trabajar en empleo juvenil, movilidad estudiantil y avanzar en derechos digitales y ambientales, aspectos esenciales para el futuro de la región.
El desafío para España, que tomará las riendas de la próxima cumbre en 2026, será restaurar la unidad y coherencia de este foro clave para la integración iberoamericana.