Por Jeimy Moquete
RDÉ DIGITAL, GINEBRA.- Científicos suizos confirmaron la presencia de esporas de hongos vivas flotando en la estratósfera, a más de 30 kilómetros de altura. Lo que parece argumento de ciencia ficción fue presentado en la conferencia de la Unión Europea de Geociencias, en Viena, por un equipo liderado por el físico Jérôme Kasparian, de la Universidad de Ginebra.
Las muestras fueron recolectadas mediante globos meteorológicos equipados con dispositivos diseñados para atrapar partículas en altura. A pesar de las duras condiciones de la estratósfera intensa radiación ultravioleta, temperaturas gélidas y escaso oxígeno, al menos 15 especies de hongos lograron ser cultivadas exitosamente tras regresar a la Tierra.
Durante cinco vuelos experimentales, los investigadores recuperaron esporas de 235 tipos de hongos, algunos con capacidad patógena. Entre ellos, el Naganishia albida, que representa un riesgo para personas inmunocomprometidas. Las esporas fueron recolectadas por un sistema automatizado que se activaba a cierta altitud y regresaban a tierra mediante paracaídas.
El hecho de que algunas esporas no solo sobrevivieran, sino que fueran revividas en laboratorio, abre interrogantes sobre su resistencia y potencial para propagarse globalmente. Según la revista Science.org, esta investigación podría cambiar el entendimiento actual sobre cómo se diseminan los patógenos a través de la atmósfera.
Riesgos para la salud y la agricultura
El aerobiólogo Carsten Ambelas Skjøth, de la Universidad de Aarhus, destacó la importancia del hallazgo: “Lo más importante de este estudio es que lograron traer de vuelta los hongos desde la atmósfera y hacerlos crecer. Esto es fundamental para comprender cómo se propagan los patógenos de plantas a nivel global”.
Los científicos planean continuar con nuevas misiones para observar cómo varía la presencia de esporas según las estaciones y fenómenos naturales como incendios o erupciones volcánicas. El objetivo a largo plazo es establecer una red de vigilancia atmosférica que permita detectar y contener la propagación de hongos peligrosos antes de que impacten la salud pública y la seguridad alimentaria.