Por Jeimy Moquete
RDÉ DIGITAL, TRIABUNNA.– Frente a las costas de Triabunna, en la isla australiana de Tasmania, una finca de 1.800 hectáreas se ha especializado en el cultivo de asparagopsis, un alga que reduce el metano que produce el ganado y contribuye así a la lucha contra el cambio climático.
Según la investigadora Fran Cowley, más de cuarenta estudios científicos han establecido sus beneficios.
Esta alga roja, abundante en las costas de Tasmania, se convierte en un complemento alimenticio integrado en el forraje o el grano, y reduce el metano de los eructos y las flatulencias de los rumiantes.
Un 95 % menos de metano
De acuerdo con la FAO, debido a su proceso digestivo, los rumiantes generan alrededor de un tercio de las emisiones de metano, el segundo gas de efecto invernadero más importante en el calentamiento global actual.
“Si se usa una medición precisa de la inhibición del metano, la asparagopsis puede suprimir el 95 % de la producción de metano de los animales que lo ingieren”, apunta Cowley, profesora de la Escuela de Ciencias Rurales y Ambientales de la Universidad de Nueva Inglaterra.
El método se probó en instalaciones para engorde de ganado en Queensland (Australia). Tras 200 días, las emisiones generadas por los animales se redujeron a la mitad en comparación con aquellas registradas cuando no recibían el suplemento, según los resultados publicados en agosto de 2024.
Cowley explica que el bromoformo, presente en las algas, actúa sobre el sistema digestivo sin afectar la salud del ganado ni la calidad de la carne o la leche:”El bromoformo puede ser cancerígeno, pero se administra en una cantidad muy pequeña y se disuelve completamente en el vientre. No hay acumulación en la leche ni en la carne, que, además, no ven afectado ni su sabor ni su consistencia”.
Una apuesta por la agricultura sostenible
En Triabunna, al este de Tasmania, Sam Elsom, director de Sea Forest, ha creado una granja marina dedicada a fabricar complementos alimenticios a partir de algas, disponibles en forma de aceites, gránulos y piedras para lamer.
Tras quince años en la industria textil, Elsom inició el proyecto en 2019, con la ambición de convertirlo en “el catalizador de la agricultura sostenible, sin costo adicional para los agricultores o consumidores.”
Parte de la producción se realiza en mar abierto, y otra parte en tierra, en cuencas alimentadas con agua de mar, lo que permite controlar la luz, los nutrientes y el carbono.
Sea Forest ya trabaja con Ashgrove, productor de leche en Tasmania; la cadena de hamburguesas Grill, presente en toda Australia; y la cadena británica Morrisons. También se encuentran en conversaciones con productores lácteos en Francia y gestionan una autorización ante la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Desafíos y perspectivas
Pese al potencial, Cowley advierte sobre limitaciones actuales:
“La regulación no aplica incentivos ni restricciones para que los agricultores reduzcan sus emisiones de metano, ni en Australia ni en el resto del mundo”.
Asimismo, el alto costo de las algas limita su adopción:
“Tendríamos que sacarle un alto valor añadido para que valga la pena, pero de momento no es el caso”.
Sin embargo, mantiene una visión optimista:
“Es un campo de investigación bastante nuevo, que ha avanzado enormemente en solo diez años, y espero que se creen nuevos productos en los próximos de dos a cinco años.”