RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La Iglesia Católica condenó este Viernes Santo, en la pronunciación del Sermón de las Siete Palabras, que el sistema de justicia opere a favor de los ricos y excluya a los pobres, sometiéndolos a un sistema carcelario inhumano.
La condena es parte de la primera palabra del Sermón de las Siete Palabras, “Padre, perdónalos, porque no saben los que hacen”, pronunciada por el sacerdote Keiter de Jesús Luciano. El padre pidió perdón por varios males, que entiende la iglesia, afectan a la sociedad dominicana.
“Padre, perdona a los que perpetúan un sistema de justicia que es garantista para los que pueden pagar y excluyente para los pobres. Donde se pide respecto para las verdearas formas del proceso para quienes son acusados de delitos sonoros, crímenes de salón. Mientras, que para los acusados de crímenes callejeros se pide mano dura. En este punto me parece escuchar el grito de tantas madres que piden perdón en las salas de las injusticias”, detalló.
La iglesia también expresó su arrepentimiento por los abusos sufridos por los migrantes, reconociendo que “a pesar de conocer los maltratos e injusticias que enfrentan, preferimos quedarnos en silencio o, peor aún, hacernos cómplices. Esto contradice profundamente nuestra identidad como pueblo cristiano. Todos somos hermanos, todos somos hijos de un solo padre”.
“Aunque lastimosamente hay desalmados que piensan que debe ser así, nuestras cárceles son la antesala del infierno. Como dice la canción (del Grupo Niche), un cementerio de hombres vivos”, así lo expresó este Viernes Santo el reverendo padre Gregorio Santana.
Además, el clero lamentó la falta de acción con respecto a la necesidad de una nueva ley de seguridad social, señalando que “aunque sabemos que necesitamos urgentemente una nueva ley de seguridad social, preferimos distraernos con proyectos legislativos que solo sirven para atraer atención mediática y para burlarnos de quienes los promueven”.
Asimismo, la iglesia católica pidió perdón por aquellos que, desde posiciones de poder, ven a los pobres como simples peones dispuestos a ser sacrificados por sus propios intereses.
La condena fue firme hacia la cultura predominante del individualismo, que esclaviza al país en una dictadura del “yo”.