RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Cada día, los dominicanos nos abrimos puertas internacionales, rompiendo las barreras que antes nos impedían avanzar. Una muestra de esto es Jean Michael Lif, cofundador del medio digital RDÉ y presidente de la Fundación LIF, quién logró culminar su maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard, celebrada esta semana en Harvard Hard.
Este éxito, además de ser un símbolo de orgullo personal y potencial dominicano, demuestra que la bandera tricolor no sabe de fronteras y consigue hacerse un espacio en los lugares más prestigiosos del mundo.
La ceremonia de graduación también significó la culminación de estudios para otros dos dominicanos. José Valdez Genao y Paula Marie Mella Bonilla completaron con honores sus licenciaturas. Su presencia en la prestigiosa universidad, sin embargo, ha despertado una inquietud, ¿estamos ante el fin de una era para los dominicanos en Harvard?
Estudios en el extranjero
Ante los crecientes retos migratorios, el encarecimiento de los estudios en el extranjero y la baja representación caribeña en universidades de élite, el logro de estos tres dominicanos adquiere una relevancia especial. “Estar aquí no fue un privilegio, fue una lucha colectiva. Espero que no seamos los últimos”, comentó Lif tras recibir su diploma de maestría.
Aunque sus historias inspiran, también dejan al descubierto las barreras estructurales que enfrentan muchos estudiantes dominicanos al intentar acceder a oportunidades similares. El proceso para obtener una visa F-1, por ejemplo, exige demostrar fuertes lazos con el país de origen, capacidad económica para costear estudios y estancia, y un plan de retorno creíble. Estas exigencias excluyen a jóvenes talentosos que, pese a tener méritos académicos, carecen de recursos o de una red institucional que los respalde.
Migración
Además, las políticas migratorias restrictivas y los criterios variables en los consulados han incrementado los rechazos de visados estudiantiles. Muchos aspirantes ven truncado su sueño antes de despegar, incluso tras haber sido aceptados por universidades de prestigio. Esta realidad contrasta con los discursos sobre acceso global a la educación y pone en evidencia la necesidad de mayor equidad y transparencia en los procesos consulares.
A esto se suma el elevado costo de la educación superior en Estados Unidos. Programas como los ofrecidos en Harvard, (maestría, licenciatura o postgrado) pueden superar los 70,000 dólares anuales entre matrícula y gastos de vida, cifras inalcanzables para la mayoría de las familias dominicanas. La escasez de becas integrales y la falta de programas de financiamiento público limitan las opciones reales para la clase media y baja del país.
Entonces, ¿esto significa que será el fin de una era para los dominicanos en Harvard? Esperemos que el Gobierno haga más accesibles los programas que benefician a jóvenes de escasos recursos que desean realizar sus estudios en el extranjero, y que sus sueños no se desvanezcan como tantos otros planes del Estado dominicano que quedaron en el papel.
Harvard Yard es una área cubierta de hierba de unas 10 hectáreas, junto a Harvard Square, en Cambridge (Massachusetts), que constituye la parte más antigua y el centro del campus de la Universidad Harvard.