RDÉ DIGITAL, ESTADOS UNIDOS (EFE).- La Asamblea Mundial de la Salud aprobó este lunes el primer tratado internacional jurídicamente vinculante para gestionar futuras pandemias, resultado de tres años de negociaciones entre más de 190 países bajo la coordinación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El acuerdo llega cinco años después de la aparición de la COVID-19 y busca prevenir la repetición de las desigualdades registradas durante esa crisis sanitaria global.
El tratado, compuesto por 35 artículos, establece compromisos clave para reforzar la preparación, prevención y respuesta frente a futuras pandemias, reconociendo como prioridad el acceso equitativo a recursos médicos esenciales. Entre las medidas acordadas se incluye la creación de un “Sistema de Acceso y Reparto de Beneficios”, mediante el cual los países compartirán información genética de patógenos a cambio de acceso a vacunas, medicamentos y tecnologías derivadas.
Las compañías farmacéuticas que desarrollen productos a partir de esta información deberán entregar el 20 % de su producción a la OMS en tiempo real: la mitad como donación y la otra mitad a precios accesibles. Este suministro será distribuido según criterios de necesidad y riesgo, con especial atención a países con recursos limitados.
Además, el tratado contempla mecanismos para facilitar la transferencia de tecnología sanitaria y la posibilidad de flexibilizar temporalmente los derechos de propiedad intelectual en situaciones de emergencia, sujeto a acuerdos entre las partes.
Sin embargo, el acuerdo aún presenta desafíos. No se han definido los procedimientos concretos para operar el sistema de reparto ni el mecanismo financiero que garantizará su sostenibilidad. Tampoco se ha logrado consenso pleno sobre la transferencia tecnológica, debido a la resistencia de países con industrias farmacéuticas consolidadas.
El tratado entrará en vigor una vez que lo ratifiquen al menos 60 Estados miembros de la OMS. Por el momento, Estados Unidos no participó en la fase final de negociación tras haber iniciado el proceso de salida de la organización, aunque su eventual ratificación era improbable dada su histórica postura frente a tratados multilaterales.
Contrario a algunas versiones difundidas durante las negociaciones, el acuerdo no impone medidas sanitarias a los países ni limita su soberanía. El documento aclara que decisiones como cuarentenas, cierres de fronteras o mandatos de vacunación seguirán siendo competencia exclusiva de cada Estado.
El tratado surge en un contexto de alerta científica. Según un grupo de expertos convocados por The Lancet, existe un 50 % de probabilidad de que el mundo enfrente otra pandemia con más de 25 millones de muertes antes del año 2050. Frente a este riesgo, el nuevo acuerdo se presenta como una herramienta para mejorar la cooperación internacional y corregir las fallas detectadas en la última crisis sanitaria global.