La práctica cinematográfica, conjuntamente con la reflexión que implica la experiencia del arte cinematográfico, implica siempre una relación entre el lenguaje y el fenómeno. En tal sentido, la arquitectura y el cine guardan una estrecha relación, por cuanto el cine histórico y el cine del presente logran sus resultados, conociéndose a través del espacio arquitectónico, el espacio de la ciudad y el arte de caminar y transportar objetos que pide la práctica interna y externa del cine.
A lo largo de la historia de la reflexión cinematográfica, el cine ha estado ligado a la ciudad y a todo entorno socializado también por el cuerpo, el ambiente y la ciudad. Desde la historia misma del fenómeno cinematográfico, el cine ha cobrado un gran valor, las construcciones arquitectónicas, mecánicas, viales y técnicas, en general, han ocupado un lugar importante.
Puesto que el cine trabaja en el «afuera» de la representación y en el «adentro» de la representación, por eso se conceptualiza mediante los términos interior y exterior para designar el espacio. El rodaje impone esta determinación, de ahí la definición del rodaje en interior -día o exterior- noche, y los derivados de cambios en cuanto a la localización, al aspecto contextual de la historia marcada en el guion.
La arquitectura y el cine involucran un estado del espacio-tiempo donde se sitúa la historia, urbe y espacio que no puede ni debe faltar en una puesta en escena. El signo material y el signo temporal establece la lógica de todo relato cinematográfico, tal como sucede en la agrandes películas famosas del cine.
La relación cine y arquitectura se expresa en películas tan importantes como:
- Iván el terrible
- El acorazado Potemkin, director ruso S.M Eisenstein
- Ciudadano Kane y El proceso de Orson Welles
- Ladrón de bicicletas, Vittorio de Sica
- La tierra tiembla y Muerte en Venecia, Luchino Visconti
- Noosferatu, Murnow
- Ocho y medio y Amarcord, Federico Fellini
- Teorema y El evangelio según San Mateo, Pier Paolo Pasolini
- Apocalipsis Now
- El padrino, I, II, III. Francis Ford Coppola
- Vivir y El trono ensangrentado, Akira Kurosawa
La ciudad, aparte de los personajes que involucran esas películas, es un personaje soporte de dichas películas, pues esa relación, cine, urbanismo y arquitectura constituyen el soporte de una producción cinematográfica estándar.
En efecto, la relación arquitectura y cine, se expresa a partir de una retórica del código cinematográfico utilizando en el film figuras y tropos para expresar o demandar un blanco, una secuencia, un parte, un acto y otro tipo de mecanismo figural y de tensidad temporal qué explica el fenómeno “Sentido en el cine”;
Así las cosas existe un posicionamiento qué expresa la relación ciudad y sujeto, como las instancias de lo arquitectónico y lo propiamente cinematográfico.
Ciudad cine
La ciudad-cine se expresa mediante un código-guión que involucra la estructura del film y de toda historia narrativa, de la estructura del espacio urbanístico-arquitectónico reconocido y estudiado por una semiótica de la ciudad, con, o, a través de sus cuerpos, caminatas, corridas, colores, ruidos, accidentes, signos del espacio aéreo, diversas antropologías del caminar, metáforas del caminante, accidentes direccionales, el trasiego vehicular, el ritmo del caminar y los focos humanos de la ciudad qué aparecen filmados en producciones cinematográficas o audiovisuales, lo que conduce a una relación híbrida que enriquece indudablemente las partes integrantes de una producción cinematográfica.
Películas y recomendaciones de lectura:
- El Yankee
- Sepultado
- Birdman
- Othello, Orson Welles
- La poética del barrio
- Cine y arquitectura
- Y otros.