RDÉ DIGITAL, ESTADOS UNIDOS.– En un giro marcado por la nueva línea diplomática del gobierno de Donald Trump, Estados Unidos delineó este lunes en la sede central de la ONU una agenda enfocada en tres ejes principales: paz y seguridad internacionales, lucha contra el antisemitismo y reforma estructural de la organización.
La postura fue presentada por la embajadora interina estadounidense ante Naciones Unidas, Dorothy Shea, durante una sesión clave de la Asamblea General.
Shea tomó la palabra en un contexto simbólico, la elección de la alemana Annalena Baerbock como nueva presidenta del organismo, quien se convierte en la quinta mujer en ocupar ese cargo en 80 años.
Mientras la mayoría de las delegaciones destacaban la igualdad de género, el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como pilares centrales para el futuro de la ONU, la representante de EE. UU. marcó una línea distinta.
“Tenemos una oportunidad para hacer a la ONU más apta para su propósito, que es priorizar su misión central de garantizar la paz internacional y la seguridad”, afirmó Shea, en lo que representa una reafirmación de la agenda trazada por el presidente Trump desde su retorno al poder.
La diplomática instó a la Asamblea General a “dejar de perder el tiempo en ejercicios estériles que gastan recursos” y a concentrarse en desafíos inmediatos como los conflictos armados, la consolidación de la paz y la lucha contra el antisemitismo.
No mencionó temas como el cambio climático, la lucha contra la pobreza o la equidad de género, que tradicionalmente han sido prioritarios para el organismo multilateral.
Un interinato prolongado en medio de cambios estratégicos
Dorothy Shea ocupa de forma interina el puesto de embajadora ante la ONU desde que Trump asumió nuevamente la presidencia, luego de que la congresista Elise Stefanik, quien era su primera opción para el cargo, se retirara de la nominación en marzo.
La decisión buscó evitar riesgos políticos que pudieran afectar la mayoría republicana en el Congreso.
A falta de un nombramiento definitivo, Shea está instruida directamente por la Casa Blanca para reorientar la presencia estadounidense en la ONU, con un enfoque más austero y crítico hacia los mecanismos tradicionales de la organización.
Entre las prioridades señaladas figuran reducir el gasto de las agencias onusianas y revisar el papel de las misiones de paz.
El nuevo enfoque ha generado reacciones mixtas entre los Estados miembros. Algunos observan con preocupación la omisión de temas globales como el desarrollo sostenible, mientras otros aplauden una mayor atención a la eficiencia institucional y la resolución de conflictos.
La postura de EE. UU. anticipa un posible reacomodo de fuerzas en el sistema multilateral, con una agenda más selectiva y centrada en los intereses estratégicos inmediatos de Washington.