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Instituto Cervantes reúne cultura y cotidianidad " caja de las letras"

RDÉ DIGITAL, MADRID.- En el corazón de Madrid, resguardada por una cámara acorazada, yace un tesoro singular: la máquina de escribir de Nicanor Parra, la agenda telefónica de José Saramago, el bombín de Joaquín Sabina, la medalla Nobel de Medicina de Ramón y Cajal, una pulsera de latón perteneciente al padre de Elena Poniatowska, y una colección de libros, borradores y manuscritos, algunos inéditos.

Este tesoro es conocido como la «Caja de las Letras», un proyecto del Instituto Cervantes que busca preservar y documentar la riqueza de la cultura hispánica.

Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, describió la transformación de las cajas de alquiler, antes utilizadas para dinero y documentos, en homenajes a destacadas figuras literarias. Aunque instituciones y fundaciones ofrecen contribuciones, es el Instituto Cervantes quien, considerando el contexto cultural, contacta a los depositarios para unirse a la iniciativa.

Los legados permanecen en la cámara durante décadas o indefinidamente antes de regresar a sus dueños o unirse a la Biblioteca Patrimonial.

Detrás de una pesada puerta metálica, se revela un catálogo impresionante que incluye primeras ediciones de Julio Ramón Ribeyro, Federico García Lorca y obras de Miguel Hernández, Pablo Neruda, Carmen Laforet, José Emilio Pacheco, y Gioconda Belli, junto a objetos personales de escritores como Rafael Cárdenas, Juan Eduardo Zúñiga, Claribel Alegría, y Fernando del Paso.

Este catálogo peculiar conecta la vida cotidiana con la creatividad de grandes autores, según García Montero. Desde Francisco Ayala hasta Antonio Fernández Díaz, «Fosforito», 166 personalidades e instituciones han contribuido, incluyendo ganadores del Premio Cervantes. La bailarina Alicia Alonso introdujo la cultura latinoamericana en 2008, abriendo las puertas de la cámara acorazada.

Las contribuciones van más allá de objetos físicos; algunos legados, como la muestra de tierra de Aracataca de Gabriel García Márquez, traen consigo significados simbólicos profundos.

García Montero mencionó la importancia de preservar la vida cotidiana junto con la cultura literaria, como lo demuestran los pasaportes de Rafael Alberti y María Teresa León, que reflejan su regreso a España después de décadas en el exilio.

La iniciativa también alberga curiosidades, como mensajes secretos de Francisco Ayala, que permanecerán sellados por décadas, y rumores sobre trabajos inéditos, como el guion de Luis García Berlanga.

La diversidad del contenido refleja la riqueza cultural e histórica de la lengua española, desde tierras hasta objetos personales íntimos, destacando la conexión entre la vida diaria y la creatividad literaria que perdura a través de generaciones.

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