RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- El autor francés Laurent Binet, creador de ‘Visiones’, una narrativa detectivesca situada en la Florencia de los Médici en 1557, donde Vasari, confidente de Cosme de Médici, investiga el asesinato del pintor Pontormo, sostiene que la religión “continúa siendo una gran amenaza para la libertad artística”.
Durante una rueda de prensa en línea, Binet señaló este lunes que al escribir la obra no buscaba paralelos con el presente, pero le resulta “sorprendente” que aún nos encontremos, como en la época de la novela, con el papa inquisidor Pablo IV, responsable del primer índice de libros prohibidos.
Binet no percibe que haya cambiado mucho esa relación del fanatismo religioso con el arte y recuerda que “hubo una época, en el siglo XV y principios del XVI, sobre todo en Italia, en la que los artistas gozaron de una libertad inconcebible y emergieron obras increíbles, incluso en las iglesias, pero ese período se cierra con ese papa horroroso que fue Pablo IV”.
Binet muestra cierto asombro al ver que “quinientos años después la blasfemia sigue siendo un problema, provoca muertes y atentados terroristas, y la Capilla Sixtina fue posible en 1512, pero hoy no sería posible”.
Asimismo, destaca que, aunque el catolicismo ha perdido fuerza, “el islam es más reivindicativo respecto a estos temas porque es una religión más joven y viva”.
“La fatua de Irán contra Salman Rushdie no fue un buen síntoma, creímos que era como una incoherencia arcaica, pero en realidad era el principio de algo que pesa cada vez más; y otro ejemplo está en la decisión de un gobernador de Texas que decide prohibir a Shakespeare porque en sus obras hay escenas de sexo”, añadió.
Una novela histórica
En ‘Visiones’ (Seix Barral), Laurent Binet combina dos géneros: el detectivesco y el epistolar.
“Pensé que sería interesante colocar al lector en la situación de un investigador al que se presentan pruebas, declaraciones, testimonios; y con tantos narradores como puntos de vista había que forzar a ese lector a un estado de paranoia en el que las cartas están al servicio del mecanismo de la intriga”, explicó.
Como en sus anteriores novelas, juega con personajes reales, porque le gusta “manipular a personajes que han existido, a veces muy conocidos, como Miguel Ángel o la reina francesa Catalina de Médici”.
Sin embargo, Binet se distancia del tratamiento que dio el cineasta Ridley Scott a Napoleón en su última película: “Si nos alejamos demasiado del personaje histórico, ¿para qué recurrir a él?, yo prefiero ver al verdadero Napoleón y no a un personaje inventado”.
En este caso, la intriga policial es ficticia, porque “Pontormo no fue asesinado”, ni su cadáver apareció junto a un cuadro obsceno de la hija de Cosme de Médici, como plantea la novela, pero “la gran historia no se ve alterada, como hacía Alejandro Dumas”.
El encargo del duque de Florencia a Pontormo era rivalizar con la Capilla Sixtina, pero 1557 es “un momento de crispación, con la contrarreforma”, y hoy Pontormo ha subsistido, pero no con el reconocimiento que habría merecido, pues encarnaba, en cierto modo, el período crepuscular del Renacimiento, llega demasiado tarde”, comentó.
Respecto al título de la novela, Binet destacó que “la perspectiva ha sido una de las grandes evoluciones en la historia del arte, equivalente a la invención del cine sonoro, y llevó la pintura a un grado de perfección inaudito”.