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septiembre 20, 2024
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Amor Fati

Exposición al arte puede contribuir a felicidad laboral

RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Desde tiempos prehistóricos, el arte ha sido una expresión inherente a la vida humana, evolucionando a la par de las sociedades y sus necesidades. Hace más de 45,000 años, durante el Paleolítico Superior, las primeras manifestaciones artísticas surgieron en las paredes de cuevas y cavernas, con pinturas rupestres que representaban animales como bisontes y ciervos.

Estas imágenes no solo tenían un valor estético, sino también una función mágica: los seres humanos primitivos pintaban escenas de caza con la esperanza de garantizar el éxito en la obtención de alimentos, una preocupación vital de la época.

Además de estas representaciones animales, también aparecieron figuras humanas esquematizadas y huellas de manos, acompañadas por esculturas de pequeñas estatuillas femeninas vinculadas a rituales de fertilidad.

Monumentos megalíticos, como los que hoy en día conocemos como Stonehenge, se utilizaron como observatorios astronómicos, demostrando un profundo conocimiento del entorno y sus ciclos.

De la antigüedad al renacimiento

Durante la Antigüedad (siglos IV a.C. – V d.C.), el arte mantuvo su conexión con la artesanía, pues ambas disciplinas estaban ligadas al concepto de techné, un saber hacer que abarcaba múltiples oficios.

Este período vio un desarrollo impresionante en la arquitectura e ingeniería, con el auge de edificios monumentales y la expansión urbana, especialmente durante el Imperio Romano. A las funciones mítico-religiosas del arte se añadió un uso político, utilizando el arte para fortalecer la imagen del imperio y la estabilidad del estado.

El Medioevo (476 d.C. – 1492) trajo consigo la sumisión de las artes al cristianismo, pues el arte se transformó en un medio para difundir la religión a lo largo de Europa.

La proliferación de iglesias y basílicas es un rasgo distintivo de esta era, con estilos que buscaban representar el poder de lo divino en la Tierra.

El Renacimiento, en los siglos XV y XVI, marcó el inicio de la era Moderna. Inspirado por los valores de la Antigüedad Clásica, y con un enfoque en el Humanismo, el arte pasó a centrarse en la figura humana, destacando su individualidad.

El retrato, un nuevo género, capturaba los rasgos físicos y psicológicos de las personas, y la noción de genio artístico comenzó a arraigarse en la cultura, con nombres como Leonardo da Vinci y Miguel Ángel como símbolos de innovación y maestría.

Crisis y creatividad en el barroco

El Barroco, que siguió al Renacimiento, surgió en un contexto de crisis demográfica, bélica y económica. A pesar de las adversidades, el arte barroco floreció con su estilo dramático y teatral, desafiando las normas clásicas.

El período destacó por su capacidad de capturar la tensión entre la belleza y el caos, reflejando los contrastes de la vida en la Europa de la época.

Los siglos XVIII y XIX fueron testigos de transformaciones sociales y políticas sin precedentes. La Independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa y la Revolución Industrial cambiaron el mundo de manera profunda.

En este contexto, el arte se diversificó en movimientos como el Rococó, el Romanticismo y el Realismo, que prepararon el terreno para las vanguardias del siglo XX.

El arte en el siglo XX: una respuesta al caos y la modernidad

El siglo XX fue una época de grandes avances y profundas tragedias. Movimientos como el Cubismo y el Futurismo llevaron la experimentación artística a nuevos niveles, mientras que las guerras mundiales obligaron a los artistas a replantearse el papel del arte en la sociedad.

¿Cómo puede el ser humano crear tanta belleza y, a la vez, tanta destrucción? Esta pregunta sigue vigente, pero el arte ha demostrado ser un canal fundamental para la reflexión sobre la naturaleza humana.

El arte y el futuro

Hoy en día, el arte sigue siendo una herramienta vital en el contexto empresarial, donde la creatividad y el bienestar laboral se han convertido en prioridades.

En un mundo post-pandemia, en el que la inteligencia artificial y la flexibilidad laboral están transformando el trabajo, el arte emerge como un catalizador para el cambio. Empresas de todo el mundo han comenzado a implementar estrategias de felicidad laboral, que incluyen desde espacios de relajación hasta actividades artísticas y culturales.

Estos cambios no solo mejoran el bienestar de los empleados, sino que también aumentan la productividad y el éxito organizacional.

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