Por Jeimy Moquete
RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Por más de cinco décadas, el puente Francisco del Rosario Sánchez ha sido vital para la conexión entre el Distrito Nacional y Santo Domingo Este. Hoy, su deterioro y abandono generan preocupación en quienes transitan por él y en las familias que viven bajo su sombra.
Inaugurado en 1974 por el entonces presidente Joaquín Balaguer, el puente fue bautizado con el nombre de uno de los Padres de la Patria, Francisco del Rosario Sánchez. Conocido popularmente como el “Puente de la 17”, este esqueleto metálica de más de 800 metros de largo, fue construida por una empresa venezolana (Industrias Metalúrgicas Van Dam, S.A.), y desde entonces ha sido uno de los principales enlaces viales entre el Distrito Nacional y los municipios de Santo Domingo Este y Santo Domingo Norte.
Sin embargo, a pesar de su importancia estratégica, el paso del tiempo y la falta de mantenimiento han dejado una huella evidente en su estructura.
Durante más de 50 años de uso continuo, ha soportado cargas para las que no fue diseñada originalmente: Camiones de gran tonelaje, patanas de doble remolque y maquinarias pesadas, circulan a diario sobre su superficie.

Puente Francisco del Rosario Sánchez
Un peligro maquillado
Durante más de tres décadas, el puente no recibe mantenimiento rutinario efectivo, sin embargo sus imperfecciones, simplemente son cubiertas con pintura.
El óxido, los agujeros, los parches improvisados y el estruendo de las planchuelas metálicas al ser golpeadas por los neumáticos de los vehículos son signos inequívocos de un abandono prolongado.
Las bases del viaducto permanecen en condiciones aceptables, pero la parte metálica ha sido severamente afectada por las inclemencias del tiempo, “en algunas zonas, el metal está podrido”.
Frecuentemente, el pavimento del puente se deteriora, especialmente en la cabecera ubicada en la zona de Los Mina, en dirección Oeste-Este. Esto ha obligado a las autoridades a realizar múltiples reparaciones, que en muchos casos han sido soluciones temporales.
Según denuncian los residentes de la zona, los tornillos que la sujetaban se han aflojado, lo que genera un fuerte estruendo que se intensifica durante la noche y afecta el descanso de quienes viven debajo del viaducto desde hace décadas.
Además, una fuga de agua constante en un tubo ubicado en la parte seca del lado de Santo Domingo Este, ha contribuido al deterioro de la estructura metálica. En algunos sectores han crecido árboles entre los hierros oxidados, mientras que en otros se han formado nidos de palomas y hasta cumulo de residuos.
En 2021, Mélito Santana, exviceministro de Mantenimiento Vial del Ministerio de Obras Públicas, reconoció que desde su construcción el puente nunca ha recibido una intervención profunda. “Lo más que se ha hecho es reponer parte de los metales del pasamanos o barandilla, que en años anteriores fueron sustraídos, y aplicar pintura”, afirmó Santana. Por lo que aún en el 2025 sigue de mal en peor.
Vecinos que han vivido durante años cerca del puente temen por su seguridad. “Si no se le da el mantenimiento adecuado, esta estructura podría presentar problemas mayores”, expresó uno de ellos.
“El puente de la 17 nunca ha recibido una reparación estructural importante”. Señaló Santana.
En riesgo una arteria vial clave
Un análisis realizado por la Dirección General de Obras Públicas indica que el puente presenta un desgaste considerable. La exposición prolongada a condiciones climáticas adversas, el paso constante de vehículos pesados y la ausencia de intervenciones mayores han debilitado los pilares y afectado potencialmente las vigas metálicas que sostienen la estructura.
En ese sentido, se plantea la necesidad de una evaluación estructural integral que determine si es posible rehabilitar el puente, o si será necesaria una remoción parcial o total, mientras que las autoridades no descartan la construcción de una nueva infraestructura que garantice la seguridad vial en el futuro.
El Puente Francisco del Rosario Sánchez es uno de los más importantes del Gran Santo Domingo, su cierre parcial o total afectaría a miles de personas que dependen de esta vía para desplazarse diariamente entre el Distrito Nacional y los municipios del este y norte de la ciudad.
Mientras tanto, el deterioro avanza, las estructuras metálicas crujen, los tornillos se sueltan y el ruido se intensifica. La comunidad espera con incertidumbre una solución definitiva que garantice su seguridad y la continuidad del tránsito por una de las arterias más emblemáticas de la capital dominicana.