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mayo 18, 2024
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Mariano Hernández: El fotógrafo del Carnaval Dominicano

RDÉ DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Mariano Hernández, conocido en el mundo del arte fotográfico de Santo Domingo como el “fotógrafo del Carnaval dominicano”, nació en la sureña-fronteriza localidad de Jimaní (Provincia Independencia) el 30 de abril de 1954. Arquitecto de profesión, es integrante del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos.

Como parte de su formación académica, (como aparece reseñado en su perfil en las redes sociales), estudió Arquitectura en la Universidad Central del Este, promoción 1984; estudió fotografía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, promoción 1978. También en el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional.  

Ganador de varios premios de fotografía, ha participado en numerosas muestras audiovisuales, exposiciones colectivas y sus fotos han sido publicadas en periódicos, revistas y libros. Ilustró con fotografías el libro Carnaval de Santo Domingo, escrito por José Castillo y Manuel García Arévalo y en el 2008, el libro El Carnaval Dominicano, junto al costumbrista Dagoberto Tejada Ortiz.

Mariano Hernández fotografía el arte gracias al arte de la fotografía, que valga la redundancia. Pintura, escultura, instalación, danza y teatro: creación al fin, su lente ágil los capta inmejorablemente, dejando documentos perennes. 

Desde hace muchos años, él se ha especializado en la fotografía del carnaval y en su archivo personal se encuentra la memoria de buena parte, no solo del carnaval dominicano, sino del Caribe y más allá. 

Ser fotógrafo del carnaval, no es fácil ni sencillo: hay que conjugar un testimonio fiel de la fiesta carnavalesca y utilizar esa misma expresión para hacer una obra propia. Hay que superar el nivel de la información y la promoción, siendo al mismo tiempo reportero y artista. 

Mariano consigue esta metamorfosis. Su sensibilidad y afinidad espontánea permiten descubrir formas y volúmenes, espacio y composición, iluminación y matices, ritmos y movimientos. Ya no se trata solamente de comunicar un instante o un enfoque del carnaval, sino una identificación con la gesta callejera y popular.

Las fotografías de Mariano son poéticas, en el sentido de una percepción metafórica, de imágenes bellas, epopeya, sobre todo, soneto, sátira, según el disfraz del cual él, con su lente, sabe sacar la estética y la esencia. 

En el Carnaval, el cuerpo entero es un territorio, transformado física y psicológicamente: para, marcha, baila, pausa, prosigue; solo, agrupado, de lado, arriba y abajo. La fotografía es silencio, el carnaval sonido. La fotografía es fija, el carnaval movimiento. 

Sin embargo, viendo las fotos de Mariano, ¡vivimos el carnaval! En sus fotografías de personajes, disfraces y máscaras, la mímica, el gesto, la expresión corporal hasta se escuchan, mágicos, sobrenaturales y nuestros. 

El maestro Mariano, experto, inagotable, apasionado, la plasma admirablemente. Fotógrafo especialista de la escena carnavalesca, este género le ha ganado una reputación internacional. 

Finalmente, vemos cómo Mariano capta, sin un encargo definido, máscaras tan inesperadas como ingeniosas en sus materiales reales y reinventados, “cosas” humildes aún, vueltos deslumbrantes gracias al “reciclaje” carnavalesco. 

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