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mayo 4, 2024
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Opinión

El intertexto gnóstico: las bifurcaciones del logos originario – 2

Los acentos poéticos y narrativos participan de cardinales incidentes en la lógica de lo cotidiano de localidades cercanas y lejanas en el Oriente extremo o cercano. Ceremonias, rituales, alabanzas, pedimentos apócrifos aparecen en la perspectiva bíblica gnóstica.

Sería importante, además, la instrucción relativa a una nueva comprensión llevada a cabo en el momento en que un cierto medio intelectual europeo y norteamericano ha creado posibilidades de difusión, estudio y publicación al respecto. El ordenamiento de los códigos mostrados por el equipo que coordina la edición citada de Trotta (1997), informa sobre la base del estudio crítico- histórico, crítico-textual y comparativo, a partir del fenómeno y la problemática planteada por la aparición de esta biblioteca.

En el Tratado tripartito (I51,1-138,27, ed.cit), leemos como campo literal, discursivo y significativo, el espacio de la raíz, el origen, esto es, el logos que hace posible la interpretación a través del símbolo, la metáfora y la alegoría:

«En cuanto a lo que nos sea posible decir sobre las cosas que son eminentes, es conveniente que comencemos por el Padre que efectivamente es la raíz del Todo, de quien hemos recibido el don para hablar sobre él. Él existía antes de que nada diferente de él existiera.» (Ed.cit.p.147)

«…Porque no solo es dominado “sin principio” y “sin fin”, porque es inengendrado e inmortal, sino que como carece de principio tampoco tiene fin y del modo como es, es inalcanzable en su grandeza, inescrutable en su sabiduría, incomprensible en su dominio e insondable en su suavidad». (Ed.cit, p.148).

«… el Padre y el inengendrado y el perfecto completo, es que está pleno de toda su generación y con toda excelencia (areté) y con todo valor…» (op.cit.p.149).

«… porque igual que el Padre es en el sentido propio aquel antes del cual no [existe ningún] otro y [aquel] después del cual no existe ningún otro inengendrado, así también el [Hijo] [es en el sentido propio], aquel antes del cual no existe otro y después del cual no existe otro hijo…» (Op.cit. p.151).

Los cardinales significativos que producen el diálogo de estructuras, funciones y mensajes movilizan las pautas discursivas al interior de textos de la misma especie y en la recuperación de los mismos en la comunidad interpretativa. En un texto intitulado Zostriano (maestro gnóstico; VIII, I, 1-132,9, Ed.cit), leemos una voz, una visión, una mirada que explica su materia y su forma-sentido en el orden cosmovisional y, sobre todo, mitohermético:

«Cuando me separé de la tiniebla corporal que había en mí, no volví a hacer uso de caos psíquico en el intelecto (noûs) y del deseo femenino […] que está en la tiniebla. Descubrí lo infinito en mi materia; y rechacé la creación muerta que había en mí, y al cosmócrator (creador) divino de lo sensible…» (Ed. cit. p.258).

Más adelante, el tono oracular de los Oráculos Caldeos y los Oráculos sibilinos, así como los puntos reflejos y el alegorismo del Corpus Hermeticum, principalmente el de Asclepios y el Poimandrés, se hace escripturalmente más sensible y visible como pautas de escritura sagrada en el siguiente fragmento también cosmovisional:

«Por lo que a mí respecta, no dejé de buscar un lugar de reposo que fuese digno de mi espíritu, no habiendo sido yo ligado todavía al mundo sensible. Y entonces, estando yo normalmente afligido y triste a causa del desánimo que me rondaba, tuve la audacia de emprender algo y de entregarme a las fieras del desierto con vistas a un final atroz» (ed.p.260).

El relato de Zostriano se sostiene en la travesía iniciática donde el poder sagrado se unifica en la conversación sustancial que en la gnosis activa el orden de todo tipo o antitypo. La visión bautismal y postbautismal produce la transformación espíritu-materia del gnóstico. Pero aún más, la visión de Zostriano se emparenta en algunos casos con la de Hermes Trismegisto en el Corpus Hermeticum:

«Fui bautizado en aquel lugar, y recibí la imagen de las glorias que había en aquel lugar. Me convertí en uno de ellos, abandoné la tierra etérea y atravesé los trasuntos (antitypos) de los eones, habiéndome sumergido allí siete veces en agua viva, una vez por cada uno de los eones…» (Op.cit.pp.260-261).

El eón en este caso es una entidad ascendente cifrada; la misma se moviliza como cualidad de la sustancia y la potencia como representación de tipos absolutos. El texto gnóstico, se afirma, entonces, como condición perceptora y visible. Todo lo cual crea en este contexto una conjunción y una unidad  dialéctica del movimiento de reposo.

En el discurso de Zostriano, el intertexto gnóstico narra y describe otras cualidades, símbolos e imágenes produciéndose de esta suerte una bifurcación con puntos ejes de encuentro y sustancialidad. Las bifurcaciones en este caso se confirman en otras instancias donde la iluminación se expresa como constante y variante de una expresión y una razón sentiente. La palabra sagrada no se aleja entonces de su objetivo. Nacimiento, salvación y muerte constituyen como propósito las raíces del texto gnóstico y apócrifo.

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