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mayo 5, 2024
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Opinión

Literatura, gnosis y tradición simbólica

En un libro que trata del fenómeno sagrado y que arroja una multiplicidad temática tan viva como el pensamiento gnóstico, Francisco García Bazán relata con precisión y sobre todo, con fundamento, visión y prudencia analítica los avatares de la gnosis en diferente tratados y libros apócrifos, haciendo referencia a heresiólogos y heresiologías, tomando en cuenta las pautas hermenéuticas sobre los rituales, doctrinas, comportamientos socio-religiosos, escritos originarios y otras enseñanzas que provienen de la lectura de textos sofiánicos. (Ver, Francisco García Bazán: “La concepción actual del gnosticismo y la posición cristiana heresiológica”, en Aspectos inusuales de lo sagrado, Ed. Trotta, Madrid, 2000, pp. 125 – 158.

La literatura gnóstica ha estado ligada a una práctica del conocimiento y espíritu simbólico y a influencias místico-esotéricas que sugieren varios principios de vida y comprensión del ser, a través de entidades místicas cuyo sostén espiritual de sabiduría encontramos en los elementos de la vida natural y el espíritu. Así, encontramos que desde la visión de Basílides, Valentín y Ptolomeo, el gnóstico y lo gnóstico implican un viaje espiritual y sobre todo, mental del cuerpo que impulsa, se piensa y aparece en él misterio del ser.

El gnóstico aspira siempre al conocimiento y ser del logos que aspira a un saber causal y eficiente. La gnosis cristiana de los primeros tiempos de la iglesia cristiana asimila elementos de la antigua filosofía griega y la ceremonia de los misterios mediante los cuales, el “ser” se sitúa en la vida de los elementos sentientes, observables en la physis y el ouranos, en el pneuma y el logosque se extienden en el cosmos, theios y la poiesis. De ahí la exaltación de la materia espiritualizada y el espíritu corporalizado en los estratos profundos del mundo y la vida simbólicos.

El conocimiento a través de la Pistis Sophia (fe y sabiduría), requiere de un marco salvífico-sacramental que a veces encontramos en la poesía de la alta y la baja latinidad, pero también en himnos órficos y la música pitagómica.

La divinidad de algunos estados y la explicación de la inversión bautismal conducen al ánthropos y a los orígenes mismos del cuerpo. El pensamiento trimorfo o polimorfo que abarca el espíritu, la materia y el impulso del conocimiento aspiran, en la gnosis de los Manuscritos del mar muerto,a una trascendencia donde es posible la ley de la comunidad de Qumrán y donde toda entidad ministerial iniciática activa la esencia del espíritu (relación entre ousia (sustancia) y pneuma(impulso, espíritu), entre secta y sujeto religioso).

La literatura que surge de este proceso discurre entre el testimonio, la religión y la espiritualidad. Los diversos territorios simbólicos de la literatura antigua cristiana que se caracterizan por una visión comprensiva de la creencia, la teología cristiana primitiva, el núcleo de la fe y la sabiduría que más tarde se hará visible en el proceso de ascenso y desenso ilustrado por escritores eclesiásticos fundamentados en la crisis de un signo y una sabiduría que influyó en la visión prebíblica, bíblica, postbíblica y herética de sectas y religiones cuyos mundos simbólicos van a influir más tarde en la Baja y Alta cristiandad del occidente medieval.

Pero la literatura gnóstica parte de una poesía unida a una teología de cuño cristiano y mistérico. Así, F. García Bazán nos explica lo siguiente:

“La iniciación gnóstica propiamente dicha, “el misterio de la gnosis” que se permite compartir al gnóstico, es un proceso de ascensión o sublimación luminosa. Ella es primero una elevación introspectiva del espíritu personal a través del cosmos que profundiza las etapas enumeradas del rito invirtiéndolas y asimilándolas subjetivamente”. (op.cit.p.131).

Más adelante, el estudioso García Bazán aporta datos y elementos de constitución de la gnosis y el gnosticismo como práctica mistérica y religiosa. De ahí la afirmación del autor, refiriéndose a la gnosis y a sus alcances:

“Abarca, por tanto, la unión gloriosa del espíritu, el señorío real, el revestimiento de alabanza, el desvanecimiento de la imagen imperfecta y el logro de la imagen en la luz del Pleroma, todo esto con el apoyo de los auxiliadores del que se inicia que son los servidores de las luminarias santas que son las iniciantes. En segundo lugar, una vez alcanzada la plenitud, se logra la culminación final, por un nuevo proceso de ascenso, profundización o unificación, pero ahora de la imagen o tipo como totalidad en el todo pleromático para poder llegar a su fin, ser “forma de la madre”, o sirviente, en el seno de Dios”. (Loc.cit).

La entrada a la totalidad como esencia y movilidad gnóstica plantea una literatura que por lo mismo se sumerge en su condición poiética, teológica, espiritual y filosófica. El sello iniciático, la estética de la luz como marca de un texto que se ha propuesto, “evangelizar”, esto es, enviar mensajes genésicos, apocalípticos o mnemónicos, proyectar un mundo de mundos, así como fragmentos de mundos espiritualizados y concebidos como sustancia pleromática, esto es, constitutiva de toda plenitud.

De esta manera, la literatura propiciada por los Oráculos Caldeos traduce también una visión iniciática a propósito de fundaciones que se investigan como reglas comunitarias de testimonios, cultos, visiones neoplatónicas y pitagóricas, vida y acción moral. Así, en el Libro sobre el Bien, se lee lo siguiente:

“No es posible extraer los significados de los cuerpos a partir de sus semejantes, así como de los indicios de los objetos que están en nuestra presencia. Al bien, en cambio, no hay medio alguno de comprenderlo, ni a partir de algún objeto presente ni de ningún ser perceptible semejante. Habrá, pues, que actuar en sentido contrario. Igual que una persona que, instalada sobre un mirador otea con agudeza y de un solo golpe de vista, ve una barca de un pescador solitario, sola, aislada llevada por olas, del mismo modo es necesario que uno, apartándose bien lejos de lo sensible, dialogue solo con el Bien solo…” (Véase, Oráculos caldeos y Numenio de Apamea. Fragmentos y testimonios, Edición, introducciones, traducciones y notas de Francisco García Bazán, Ed. Gredos-Biblioteca Clásica, Madrid, 1991, p.233).

El fragmento anterior se reconoce como literatura sellada por un conocimiento del bien como perfección, lugar, función ceremonial de lo inteligible y lo posible en el mundo y la imagen viviente y visible:

“…allí no hay hombre ni ningún otro viviente, ni cuerpo grande ni pequeño, sino una cierta divina soledad indecible y sencillamente indescriptible, allí tiene morada el Bien, entretenimientos y fiestas y, el mismo, en paz y bienaventuranza, el Pacífico, el Soberano, reside siendo llevado alegremente sobre la esencia” (op.cit.,pp.233-234).

La problemática de la esencia está ligada y prohijada por el ser. De ahí que el fragmento 3 (121), nos revela una instancia interrogativa fundamental cuyos asertos encontramos en Plotino, Platón y Pitágoras:

“Pero, ¿qué es, pues, el ser? ¿Serán estos cuatro elementos, la tierra, el fuego y las otras dos naturalezas que hay entre ellos? ¿Serán, por consiguiente, estos seres en general o alguno de ellos singularmente?” (op.cit, p.234).

En otro lugar de esta edición de los Oráculos Caldeos, asistimos a un pensamiento ritual, mistérico-filosófico y poético-teologal que nos muestra desde particularidades y generalidades del pensamiento gnóstico aquellas cualidades psicosensibles y noéticas relativas a los elementos y formas de la potencia, el fuego, el padre, la díada, el acto, el silencio, las cosas, el soplo vital, la mónada y la tríada entre otras:

“… Todas las cosas en tanto que engendradas pertenecen a un Fuego único” (Fr.10, p.59).

“La que comprende al Bien mismo, en donde se encuentra la mónada paterna” (Fr.11, Ibid.)

“… Es una mónada extensa y engendra dos” (Fr.12, p.60)

“Pues del principio paterno nada imperfecto corre rápidamente” (Fr.13, loc.cit.)

“El padre no inspira temor, sino que infunde persuasión” (Fr.11, loc. cit.)

La forma apoftegmática y elíptica revela un ritmo de la concepción y la visión filosófica abierta a los fenómenos del intelecto, Dios y las cosas:

“… Para quien comprende alimento lo inteligible” (Fr.17)

“Quienes conocéis, al concebirlo, el abismo paterno supramundano” (Fr.18)

“Todo intelecto concibe a este Dios…” (Fr.19, ibid, P.61)

“Pues el intelecto no es con independencia de lo inteligible, ni lo inteligible existe aparte del intelecto” (Fr.20, p.61).

En la estructura fragmentaria pero visionaria de los Oráculos lo inteligible está más allá de lo sensible y todo lo que se representa cobra valor y existencia en la imagen que es la obra, el mundo, el Ánthropos que se convierte en Nôus Theios o conocimiento perfecto de lo divino. Las emisiones o emanaciones de la sustancia pleromática, nouménica, socializadora va más allá del ser permanente, entitativo y monádico.

Para que la literatura de los gnósticos se convierta en cosmología, evangelio, misión, logos sagrado, sustrato místico sus representantes apoyaron el saber o la sabiduría (Sophia) como meta-universo donde la forma-vida-ente se convierte de manera continua en cosmos y theios más allá de toda experiencia sensible.

“Pues es todas las cosas, pero inteligiblemente” (Fr.21, p.61)

“Para que una tríada tenga en sí todas las cosas midiéndolas todas” (Fr.23, p.62)

“Pues en todo el mundo resplandece una tríada, a las que gobierna una mónada” (Fr.27, p.63)

“Porque todas las cosas están sembradas en el seno de esta tríada” (Fr.28, ibid, loc. cit.)

“Porque a partir de esta tríada el padre ha mezclado todo soplo vital” (Fr.29, p.63, op.cit.)

Pero la mónada es “Fuente de las fuentes, matriz que contiene todas las cosas” (Fr.30, p.61, op.cit.) El fuego poderoso transforma como elemento toda materia que es brote, origen donde la calidad y la materialidad se dejan engendrar y reconocer, por el “Artífice, obrero del mundo ígneo…” (B.65, Fr.33).

El fragmento 31 es elocuente a propósito de “la génesis de la materia multifacética”. El fuego vital no exime la sustancia de sus alteridades, permitiendo así que el alma universal, principio y génesis del cosmos se unifique en el origen de las cosas:

“De allí brota la génesis de la materia multifacética, de allí el torbellino ígneo se arroja violentamente y debilita la flor del fuego al lanzarse a las cavidades de los mundos; porque desde aquí todo comienza a tender hacia abajo rayos admirables” (Fr.34, p.65, ibíd.)

Así, es importante saber que la comprensión gnóstica de la palabra generadora aspira siempre al “intelecto paterno”, esto es el artífice de perfección, Pistis (Fe) y pneuma (Aire, espíritu, aliento racional). De ahí que entonces, el “fuego inflexible” sirva de ruta o camino fundante a todo ser total o intelecto paterno:

“El intelecto paterno llevado por guías indestructibles que resplandecen de modo indomable por surcos de fuego inflexible” (Fr.36, p.66).

“El intelecto paterno, una vez que concibió con designio vigoroso a las ideas de todas las formas, se lanzó sibilante, y todas estas se arrojaron desde una misma fuente, porque desde el Padre venían no solo el designio, sino también la perfección”. (Fr.37, ibid, op.cit).

Se puede verificar como escritura el hecho de que en el texto gnóstico existe y sobrevive una escritura-inscripción sobre y por debajo de la escritura de base. El texto gnóstico es a su vez un intertexto abierto al signo, el símbolo y la doxa (opinión, gloria). La travesía interpretativa y comprensiva del logos refiere a la tradición de la letra y la clave que más tarde aparecerán en el texto hermético y en toda la fluencia oculta presente en la tradición del significado.

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